lunes, mayo 17, 2004

Estaba leyendo Bajo el Volcán de Maolcolm Lowry y hay, casi al final una carta que me dejo enganchado a la novela, más que lo que dice el libro en su totalidad, y es una carta de la ex-mujer de Geoffrey; cónsul vagabundo y alcohólico que muere el día de muertos tratando de subir al volcán Popocatépetl para deshacerse de sus fantasmas en Cuernavaca. Esta es la carta se menciona desde el principio y el personaje principal se rehusa a leer: "Sin duda debes haber pensado mucho en nosotros, en todo lo que construimos juntos, en el descuido con que destruimos la estructura y la belleza, pero sin embargo no destruimos el recuerdo de aquella belleza. Esto es lo que me ha obsesionado día y noche. Al mirar al pasado nos veo en cien lugares con cien sonrisas. Llego a una calle y ahí te encuentro. De noche me deslizo en el lecho y allí me esperas. ¿Qué otra cosa hay en la vida aparte de la persona a quien se adora y la vida que puede construirse con ella? Por primera vez comprendo el significado del suicidio ... ¡Dios! ¡Qué fútil y vacío es el mundo! Días llenos de momentos despreciables y empañados se suceden; con amargo ritmo rutinario se siguen una tras otra las noches inquietas asediadas por espectros: el sol brilla sin esplendor y la luna sale sin derramar sus rayos. Mi corazón sabe a ceniza y con el llanto y la fatiga se me anuda la garganta. ¿Qué es un alma perdida? Es la que se ha desviado de su verdadera senda y anda a tientas en la oscuridad de los caminos del recuerdo ..."

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