jueves, enero 29, 2004

Sobre algunos discos que Arturo trajo el miércoles

La versión vato (non riot grrrl) de Le Tigre para las chicas.
Que chiste es ese de Junior Senior maestro. Cantan como porristas con cajas de ritmos del 84. No sé si de este grupo se hable bien o mal, pero esos momentos de ritmos disco no me dicen gran cosa. Para bailarlo cómo?, para fiesta de adolescentes de qué edades? Acaso me quedaría con Boy meets girl, una pieza digna de los Beastie Boys que nunca conocieron el término rap, con guitarras de cliché y acompañamiento de platillos ride cuadrados.. Imaginen a un vocalista repitiendo en cada frase los vocablos C´mon, go, o good, puede ser fastidioso. Pueden ser unos Ween que no prueban droga alguna porque encuentran más deleite en algo como esto y está bien porque habría que divertirse con lo que se hace. Les hubiera quedado bien un covers de los B ‘52.

Vamos a tocar como los Melvins en Japonés.
No estoy seguro que sean de Japón estos chiflados, pero suenan a más que eso. Lo poco que he escuchado de Melvins serán algunos 5 discos, en algunos de ellos existe esa especie de creatura demoledora que está aporreando los tambores como poniéndo a prueba los parches. Se hacen llamar Khanate. La idea es esa; ritmo que no es ritmo, sino rasgueos que se alargan en la distorsión, frases en silabas (no cantan en japonés, era broma) en voz de un Nivek Ogre de Skinny Puppy que coinciden con cada platillazo y guitarrazo, para luego quedarse dopados de una atmósfera humeante. Eso sí, 4 piezas que duran 9, 11, 19 y 20 minutos. Sí, como los Acid Mothers Temple, ja. Lo más seguro es que sea un proyecto de ellos mismos y yo sin enterarme. Buenos, originales e iracundos en realidad, creo que éstos van a ser del agrado de mi amigo Yeyo Moroder.

Misteriosamente romántico.
Una vez que estaba viendo el programa de Late with Jools Holland (por cierto, creo que ya no lo transmiten) al final, se aparece en una suerte de escenario con muy poca iluminación, casi como en un rincón del estudio para ser más exactos, un wey flaco y alto como pino y con unas gafotas negras de judicial, ah y una guitarra de palo microfoneada. Intrigado por su apariencia, le puse más atención; se llamaba Scott Walker y cantaba como si tuviera la boca llena de agua, haciéndo una voz por demás grave y cantando lo que parecía ser una canción de amor, toda una revelación para mí. Luego me enteré de que Walker había hecho ya el trabajo de producción de algunos discos de Pulp, la banda lidereada por Jarvis Coker. El disco que quería comentar aquí no es de Walker, ni de Pulp, sino de Richard Hawley, el guitarrista de Pulp, que al parecer también está enclavado en la misma estética o gusto por esa balada tristemente romántica. Son dos discos: Late night final y Lowedges, de éste último escuchen You don´t miss your water (till your river runs dry) y Oh, my love, creo que ya son pocos los que logran esto.

Soldados perdidos del pop español.
Hay desde hace algunos años otra generación de pop español eso es cierto, pero cada quien tendría que hacer su lista a partir de disqueras diferentes. Refree llega en un momento en que ya estaban pudriendo por dentro los frutos de la disquera Elefant, aunque alguien no esté de acuerdo. Aclaro que no graban en Elefant, es más bien como un referente de comparación. No es que sean mejores, pero sí diferentes a la fórmulita pop de la disquera antes mencionada. Luego de la tormenta post-rock quedan algunos rasabios de lo que igual podría ser post-pop; este es el caso de Refree. Si alguien se acuerda de aquella Gagarín en Calabuch del grupo Parade, se dará una idea más clara de lo que quiero decir. Historias entre lo fantástico y dramático, fábula onírica para ejercitar la imaginación desde una canción. Theremín y piano acompañando cortometrajes en El reloj. Hamond contemplativo en Inventario. Buena dicción catalana en Raisa y Les soldats perdus. Un talento de composición musical compárable al de Mastretta no es poca cosa.

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