Qué atractiva representación: hacer un documental a partir de unas cintas grabadas con voz la de Kurt Cobain para hablar de su vida. ¿Es insólito? Me gusta la idea de que sí.
El reportero Michael Azerrad le había hecho sendas entrevistas para la publicación de un libro, en pleno auge del grunge etc. Nunca las utilizaron más allá de contar lo que en ese momento importaba. Quién sabe qué hubiera pensado Cobain de esto.
Para aquellos fans desbalagados del vocalista muerto esto ha de ser oro molido. Me incluyo. Y para los ridículos que aseguran poder desacreditarlo sin haberlo escuchado, esta es su mejor oportunidad para redimirse, dudo que haya otra mejor.
De entrada lo que más llama la atención es su hechura o formato. Entramos al documental como volando en el mundo cotidiano de Cobain con la narración de fondo y las imágenes alusivas a los lugares familiares en una perspectiva elevada, viéndolo como desde un avión planeando sobre todo Olympia y Aberdeen, Washington.
La voz en off refiere en un tono sincero e intimista un relato a todas luces autobiográfico. Un repaso desde la infancia maltratada a la popularidad desatendida del cantante que sufría siempre de fuertes dolores de la columna y el estómago… según él después de comenzar a consumir drogas fuertes. Habla entre otras cosas interesantes, de cuándo y cómo conoció a King Buzo, el vocalista de Melvins y la posterior influencia en su música, de lo tanto que admiraba a las bandas de la disquera de Calvin Jonson K Records y su trato con los de Sub Pop.
Me gusta además de todo lo que me representa la banda y la otra escena de Seattle, (no la del grunge), que no inviten ni a personalidades o amigos de Eddie Veder a participar, y que no sea tan evidente ese homenaje. Me quedo con la idea de que se puede conocer Seattle a manera de postales en movimiento con la voz ésta de fondo.
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