Al parecer a Monterrey no le alcanza el imaginario colectivo, ni las retransmisiones hasta el hartazgo vìa MTV para enterarse de que pueden suceder buenas cosas en su incipìente escena musical. Los White Stripes lo han hecho, han dado un concierto de rock and roll bastante loable como pocas bandas que hayan pisado esta urbe.
The Greenhorns en acciòn.
Definitivamente un concierto de poca afluencia o un lugar que se pasaba de espacio. Gracias a mi nueva amiga Dora y al canal 2 pudimos tener unos boletos de acomodo general, llegar a las 7:45 y ver que los teloneros The Greenhorns se asomaban por un lado del stage, asì como preguntándose angustiadamente si con esa horda de niñatos bastaría para prender la mecha. Sin previo aviso de quiénes serìan los teloneros, ni siquiera si habría un grupo antes. Son un trìo de Cincinatti, y seguramente muy amigos de Jack White. Me sorprendió el uso de la guitarra, préstamo de rock sureño, o bayou. Juro que en las primeras piezas pensè que estaba escuchando algún cover de Creedence. Batería y bajo muy bien acompasados rítmicamente, muy dinámico el empleo de los tambores y unos redobles muy alocados, casi unas perfectas piezas de baile. Como ellos se movían más bien poco, dejaban ver un lado masomenos amateur, pero eso no les resta ningún tipo de importancia. Si acaso le podrían pedir a una banda como Jon Spencer Blues Explosion el riesgo y timbre de melodía vocal que en él si que es algo serio. Salieron del escenario después de una muy buena media hora de un azotado vaivèn de finales que no eran finales del tema, sino que finteaban como excusa sòlo para darle más vuelo a la canción, genial esa parte. Hacia el final se desmarcaron con unos feedbacks propiamente degustables, creo que muchos se habrpàn quedado con ganas de pedir otra canción, pero les daba pena porque apenas y conocían el nombre del grupo que estaba inscrito en el bombo. En fin que da gusto ver bandas así, y hacer como que uno baila con una cerveza en la mano.
De los Guay Stripes todo bien. Queda claro que se bastan a si mismos como pareja, -de hermanos o exnovios- para saberse poseedores de la capacidad para mantener bien atentos a un pùblico màs fashionable que rockeril, y de 17 años para abajo la gran mayoria. Luego descubren los instrumentos y uno cree por un momento que habrá músicos invitados al ver a dos roadies vestidos de negro y bombìn acomodando madres y conectando cables. De telòn una gran manta con una manzana que cambiaba de colores, simulando el sagrado corazón. Es bueno ver en vivo a dos músicos que logran cifrar toda la fuerza de sus canciones en tan solo dos instrumentos a la vez. No importa que la baterista haga el mismo ritmo de siempre o que en su defecto esté aporreando el bombo tan tranquilamente, Jack hace lo demás, él solo se encarga de que la fórmula surta efecto, y ella es simpática. Podría asegurar que no les escuché un solo redoble en esas veintitantas canciones. Vaya que ese Jack White sí que es un showman y un gran multiinstrumentalista, pues cosa que agarraba, cosa que sonaba, con furia y matices, lo tiene casi todo. Es rock, se entiende, no?
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